El rediseño de la marca pretende ser una evolución natural de la original, de 1960, manteniendo la paleta de color pero enfatizando los elementos que identifican la empresa, la tradición sardinera y la Torre de Hércules.
Para la aplicación de la marca a los vehículos de transporte se tuvieron en cuenta factores energéticos y medioambientales.
La cabina, siempre que fuese propia, se pintaría de azul como elemento de contraste e identificación. Por otro lado, el diseño blanco del remolque frigorífico no sólo responde a una necesidad de vinculación visual con la pulcritud, sino también a una reducción considerable de la temperatura del mismo, factor importante en un vehículo de transporte frigorífico de larga distancia.
El diseño del remolque no sólo provoca un ahorro económico en personalización, sino que ayuda a la estabilidad de la temperatura interior y suaviza el esfuerzo de los motores frigoríficos.
Se realizaron normalizaciones de la aplicación de la marca según la proporción del remolque, desde los 13 metros hasta los más pequeños, empleando la sardina del logotipo como elemento decorativo e identificador.
